Inmigración y refugiados,
ONG, colectivos y sociedad civil
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Europa
14 de julio de 2017
En Roma, la capital de Italia, se ha celebrado una manifestación antirracista en apoyo a migrantes y refugiados.
Cómo abordar la inmigración es uno de los ejes del debate político en Italia. Y no es para menos. En lo que llevamos de año, más de 100.000 migrantes y refugiados han llegado a la costa Mediterránea. El 85% lo hizo a puertos italianos, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Para Michelangelo Giglio, del sindicato italiano USB, esta crisis hay que analizarla con la perspectiva de años de un neocolonialismo y un capitalismo voraz en los países de origen de los migrantes.
Pero la crisis migratoria ha agudizado los recelos contra quienes pisan Italia huyendo de la guerra y el hambre. Un sentimiento que ha empujado a manifestarse al colectivo antirracista.
Muchos colectivos sociales italianos se han visto defraudados por la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, del Movimiento 5 Estrellas, que se creía podría ser un partido de izquierdas, más social y solidario con las personas que buscan refugio. Sin embargo, la alcaldesa ha pedido limitar la llegada de migrantes a la capital italiana.
No solo la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, del Movimiento 5 Estrellas, se ha pronunciado con un mensaje de rechazo a migrantes. Otros partidos políticos se han unido a alimentar un discurso antiinmigración en los últimos meses. Matteo Salvini, líder de la ultraderechista Liga Norte, ha afirmado que la inmigración es un intento de limpieza étnica que dificulta a los italianos vivir y trabajar en su país.
Incluso Matteo Renzi, secretario del Partido Democrático (PD), escribe en su libro recién publicado, que Italia no tiene el deber de acoger a todas las personas que están en peor situación. Ello, cree, sería un desastre ético, político, social y económico.
En respuesta a estas posturas xenófobas, los colectivos sociales promigrantes anuncian que continuarán las protestas y señalando a los políticos responsables de crear una sociedad insolidaria con el dolor, la pobreza y las personas que huyen de las guerras.
El primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, ha aprovechado la cumbre de Trieste entre líderes de la Unión Europea (UE) y los Balcanes para reclamar solidaridad en la acogida al resto de países europeos, y ha pedido no ignorar la realidad de los migrantes económicos sin estatus de refugiado.
Ninguna persona es ilegal. Este es el lema empleado por los manifestantes para combatir el racismo y la xenofobia en Italia. Los migrantes demandan que se cumplan los Derechos Humanos que Italia y los países europeos firmaron y que la política no convierta a migrantes y refugiados en una especie de chivo expiatorio sobre el que recaigan los problemas y frustraciones del país.
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